De lo cotidiano (que termina en Guerra mundial) IX
Yo: amor, ¿quieres todas las salchichas?
Él: mmmm… ¿tú no quieres?
Yo: noup… no tengo hambre
Él: ¿segura, segura?
Yo: síp, neta, no tengo hambre
Él: bueno…
(Pongo las salchichas en su plato. Voy a ver quién toca. Despacho al visitante. Regreso.)
Yo: ¡¿No me dejaste ni siquiera una mordidita?!
(Él me mira con los ojos llenos de ira y los cachetes llenos del último bocado de salchicha.
Alguien tendría que explicarle que nuestras decisiones nunca son definitivas)
‹ Sobre lectura, compañía y lucha libre De lo cotidiano (que termina en Guerra mundial) X ›