10 libros que la humanidad (atareada y emprendedora) debería leer
Como le prometí a mis amigos, hoy, por ser día del trabajo, haría recomendaciones de lectura para las mujeres y hombres trabajadores (según la gramática de Seco, esta última oración tiene un error desde el punto de vista psicológico, pues el lector podría suponer que me refiero a todas las mujeres del mundo, y sólo a los hombres trabajadores. O que los trabajadores son los hombres y las mujeres no. Pero la gramática tradicional asegura que el adjetivo en ‘masculino’ incluye a los dos sustantivos previos, a pesar de que el primero sea femenino. Pero bueno, no vine a hablar de gramática).
La idea que me mueve para recomendar la lectura de los libros que a continuación enlisto es que, muchas veces, al estar tan inmersos en la cotidianeidad del trabajo, los hijos, la vida que se va sin pena ni gloria, no nos damos un espacio (entendido como lugar o tiempo) para leer. Y menos cuando nos encontramos con libros que, al margen de lo maravillosos que puedan ser, a veces son tan extensos, que iniciar la lectura pareciera una empresa pantagruélica (así de grande… o gargantuica –siempre me he preguntado por qué se acuñó ese término, que alude al hijo y no al padre, para referirse al gigantismo). O también ocurre, a mí me ha pasado con un par de libros, que se empieza a leer pero, por azares del destino, se suspende la lectura y, cuando se retoma, ya no se le encuentra sentido y hay que empezar otra vez… y así hasta el infinito.
Entonces, creo que lo más indicado para la gente que se mueve en el mundo real es tener siempre a la mano poesía, compendios de microrrelatos o cuentos y novelas cortas. Por lo pronto, no hablaré de poesía… ya tendré oportunidad de hacerlo en otro día festivo, o el 5 de junio, tal vez, que sería el cumple de uno de mis poetas favoritos: García Lorca.
De narrativa, por lo tanto, les haré unas sugerencias que, para no cambiar la jugada, están enmarcadas en la literatura mexicana casi contemporánea. Esta lista incluye autores casi contemporáneos (algunos de ellos comparten con nosotros la misma luna y han respirado el mismo aire contaminado que inflama nuestros pulmones y deseos; o sea: están tan vivos como nosotros).
Empezaré con las novelas cortas:
- Las batallas en el desierto, José Emilio Pacheco
- Los elementos del jazz, Antonio Malpica
- Ciudades desiertas, José Agustín
- El camino de Santiago, Patricia Laurent-Kullick
Estas novelas se caracterizan por ser muy breves y muy intensas, con estrategias narrativas particulares que muestran un abanico muy amplio de registros y que, de alguna manera, ya sea por el lenguaje, la estructura o el contenido, le presentan un reto al lector haciéndolo partícipe de la trama. Es decir, lo invitan amablemente a ser parte del universo ficcional, sin pretensiones o impostaciones lingüísticas o estructurales.
Los cuentos de mi lista son de mis autores favoritos en el universo (aunque no están todos, porque tengo otros muchos que no son mexicanos) y he seleccionado los que creo que son más lúcidos y juguetones, en el sentido de que, al terminar su lectura, nos quedamos siempre con una gran lista de reflexiones pendientes, además de que las historias son divertidas, y no deja de sorprendernos la maestría de los autores para contar:
5. Cuentos completos, Amparo Dávila (el F.C.E. acaba de hacer una compilación muy completa)
6. Manda Fuego, Alberto Chimal
7. Compraré un rifle, Guillermo Fadanelli
8. El orgasmógrafo, Enrique Serna
9. La risa en el abismo, Óscar de la Borbolla
10. Maridos, Ángeles Mastretta
He de aclarar que el sitio otorgado en la lista no tiene nada que ver con su calidad o mi predilección. Realmente es un problema que tengamos que pensar y describir el mundo en forma lineal, porque eso implica dar un orden ascendente o descendente para todo. Pero en el universo de mis afectos, todos ocupan el mismo lugar.
‹ ‘Mis’ top ten (libros) para chavitos de todas las edades De lo cotidiano (que termina en Guerra mundial) XXIV ›
Ese menú es suculento
trataré de digerir uno por uno reposadamente
únicamente he leido El orgasmógrafo de Enrique Serna y Los elementos del jazz
de Antonio Malpica.
Caray qué atracón me he de dar