De lo cotidiano

Bitácora de Dalina Flores

Algo sobre el sutil efecto malpica  

Este texto está dedicado con especial cariño a mis alumnos, quienes me preguntan o toman notas, y ya están totalmente inmersos en el universo malpica

 

En 2012 empecé a solicitar en mis clases que los alumnos leyeran libros de Toño Malpica; haberlo encontrado me pareció el más grande aporte para la promoción de la literatura ya que su obra es inteligente, creativa y, sobre todo, divertidísima. No estoy segura de si es su sentido del humor, el lenguaje, la reproducción de realidades intensas, a veces duras, complejas, pero siempre con personajes entrañables, o los retos que plantean sus estructuras o sus intertextos (históricos, musicales, cibernéticos). O sea: no estoy segura del porqué, pero siempre se logra lo mismo: los lectores que llegan a él no se conforman solo con un título. “Una vez que lo lees, no puedes parar”, me dijo hace poco uno de mis alumnos.

Hace tres o cuatro años, una alumna incluso hizo una página que se tituló «Malpica me pica» porque, cuando le tocó leerlo para mi clase, estaban en exámenes parciales y sucumbió a su lectura sin reparos. Ella es (era, no sé, tal vez ya terminó la carrera) una estudiante muy responsable y dedicada, así que para ella era terrible no tener tanto tiempo para estudiar, pero no le importó: fue más necesario seguir leyendo Siete esqueletos decapitados. Algo así pasa con muchos otros lectores (niños, jóvenes o adultos): una vez que terminan uno de sus libros, no pueden dejar de seguir buscando otro y otro y otro…

Ese es el efecto malpica: buscar sus libros por todos lados, con entusiasmo y fruición, para divertirnos. Porque sabemos que el autor nos introducirá en un universo divertido pero también inteligente: disfrutaremos la historia y los juegos lingüísticos y estructurales, pero sobre todo nos pondremos a pensar en un millón de cosas que tal vez no se nos habían ocurrido, porque el autor no apela a la risa fácil, sino a la ironía, el humor ácido sin ser corrosivo, a plantear enigmas que confrontan nuestras propias realidades.

Y por supuesto que si algo sé de este efecto es porque yo también lo he padecido. Cuando descubrí a Toño Malpica regresó a mi vida una parte de esa ingenuidad lectora que me fue quitando la formación especializada en Letras. De pronto, la teoría literaria, las corrientes, las discusiones académicas se van apoderando de la voluntad lectora y sufrimos esta triste enfermedad profesional que consiste en ir leyendo de forma paralela los qués y los cómos. Y entonces, no hemos terminado de leer una novela, pero ya estamos adelantando qué problemas tiene con la construcción de la voz narrativa, o las secuencias, o el tono… Lo divertido de haber llegado a la versátil propuesta literaria de Malpica es que la ficción atrapa al lector, a tal punto, que no importa nada sino participar del universo de la novela (últimamente trato de desarrollar una hipótesis sobre el efecto de lectura en cuanto a la capacidad que tienen los textos literarios de hacerte vivir el universo ficcional presentado, o sólo aludirlo. Luego les diré en qué quedó).

Me parece que todo padre, maestro, promotor que tenga un interés no sólo por fomentar la lectura, sino de afianzar la competencia lecto-LITERARIA tendría que allegarse de la obra de Malpica pues sus historias son frescas y muy cercanas al lector del siglo XXI y conservan una gran calidad literaria. Algunos compañeros académicos, a veces, me señalan (eufemismo) por apostarle a este tipo de obras en vez de estar promoviendo a los clásicos o a autores de mayor renombre en las cofradías literarias; pero yo creo que el hecho de que sea un autor contemporáneo y muy cercano a mi corazón no excluye la posibilidad de reconocer la calidad y el valor de su obra. A lo largo de la historia de la crítica literaria hemos visto que no hay ningún problema si un crítico dedica sus lecturas, abordajes o exégesis a la obra de un autor renombrado como, digamos, Cervantes o Vargas Llosa, pero si alguien quiere analizar, ponderar o compartir sus lecturas sobre la obra de un autor vivo, contemporáneo y amigable, entonces, eres promotora, mediadora, publicista, pero no crítica.

Y bueno, empezaré entonces a hacer mis pininos en la industria publicitaria y dejaré por acá los títulos imprescindibles que lo convertirán a usted, damita, guapo caballero, joven de mirada inteligente, en un auténtico malpiqueño. La verdad es que aunque quisiera prescindir del enfoque académico, mi formación me obliga, de alguna manera, a que mis apreciaciones sean lo menos impresionistas que pueda.

Debo aclarar que la enumeración podría sujetarse a mis gustos personales (que según yo se derivan del nivel de literariedad), pero la verdad es que del 1 al 15 están las novelas que más más más me han gustado, independientemente de que el mercado las haya clasificado como infantiles, juveniles o lo que sea (no hay una mejor que la otra), y que creo que son lo mejor, mejor, mejor del universo, y que, sin duda, la quinta te dejará sin aliento (recuerden que estoy iniciándome en el discurso publicitario):
1. Los elementos del jazz (creo que esta novela está en mis top ten de todo lo que he leído en la vida. La estructura es una delicia y podremos encontrar aforismos que se conviertan en rutas para vivir –sin ser de superación personal, para nada- de acuerdo con el ritmo del jazz. Julio es un niño que tiene que trabajar para un narcotraficante, y su trabajo consiste en cuidar a la pareja del mafioso de la que termina enamorándose. Pero aún no he espoileado nada. Tienen que leer. Ya.)
2. Soldados en la lluvia (lo que más me gusta es su estructura. Y la historia entrañabilísima sobre dos pequeños niños que tienen que cuidar a su abuelo quien ha caído enfermo (para que no se lo lleve el diablo –literal… bueno, más o menos literal) en medio de la Revolución de 1910).
3. El impostor (Gustavo es uno de los pocos sobrevivientes de una epidemia que destruye prácticamente toda la vida en la tierra. Tiene que luchar, literal, para sobrevivir y para reconstruir su forma de amar y de ver el mundo. María Fernanda es un personaje simbólico que funciona como un bálsamo que podrá reconciliarnos con la vida).
4. Billie Luna Galofrante (esta novela de corte aparentemente realista, narra la historia de una madre viuda que tiene que lidiar con dos hijos loquísimos –que no sé por qué sospecho que están inspirados en los dos hermanos mayores Malpica- mientras se desvive por tratar de entender qué pasa con su anciano padre quien despertó de un largo coma sintiéndose –siendo- Dizzy Gillespie).
5. Apostar el resto (en palabras del propio autor: “novela negra para niños grandes”, esta historia presenta personajes maravillosos: malandrines pero llenos de carisma que hará que nos enamoremos por lo menos de El Fantomas, un seductor estafador que tiene los sentimientos más nobles y un sentido muy alto de la amistad).
6. Informe preliminar sobre la existencia de los fantasmas (El Gugu es un adolescente maravilloso y terrible, como todo adolescente, que va aprendiendo un chorro de cosas, mientras el autor nos sorprende con una historia compleja y la calidez de las relaciones entre los personajes. Algún día yo quiero ser como la mamá del Gugu).

7. La nena y el mar (esta novela es una maravilla –y según mis fuentes clandestinas, podría estar muy cercana su reedición- porque se centra en la psicología de sus protagonistas: una chica suicida y un taxista, quienes tienen toda la noche para descubrir(se) mutuamente sus deseos).

8. La lágrima del Buda (no sé qué es lo que más me gusta de esta novela: su sentido del humor o el planteamiento temporal de las diégesis (perdón: historias) que se entrelazan magistralmente para contar cómo un profesor de literatura se inmiscuye en la recuperación de una joya valiosísima y los otros personajes que también la tienen que encontrar para salvar su vida. Los capítulos tienen títulos alternados entre canciones de mi grupo favorito en el universo: Queen y los cuentos de Ficciones y el Aleph, de Borges. Y no es gratuito).

9. Ulises 2300 (en apariencia es la historia de un veterano jugador de ajedrez que intenta recuperar su prestigio entrenando a un brillante jovencito que ha sido una revelación para el ajedrez, pero que no tiene ningún interés en él, pues lo único que le importa es Marina, la chica que le gusta. Al parecer, ambos personajes se ponen condiciones y todo parecería que es una historia de lucha de poderes; pero la presencia de Alan, el hijo de Salomón, le da un giro muy interesante a la historia).
10. Margot, la pequeña pequeña historia de una casa en Alfa Centauri (esta historia es ideal para cuando la depresión nos asalta: lloraremos mucho pero descubriremos que el heroísmo se encuentra en todos lados y que la vida no es lo que vives, sino la manera en que decides afrontarla. Margot es una niña muy muy pobre, con poderes extraordinarios. Entre sus poderes se encuentra la facultad para que todos los lectores la amen).

Como esta entrada está quedando muy extensa, por lo pronto la dejaremos hasta acá, pero no te pierdas la segunda y tercera parte de estas recomendaciones, donde encontrarás información importante sobre los títulos ubicados entre los números 11 y 45. No podrás creer lo que descubrirás al leer el número 14.

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