De lo cotidiano

Bitácora de Dalina Flores

Hablemos del bien y del mal (texto leído en la presentación de Principio y fin)

Presentar un libro recién salido del horno es una tarea muy complicada, sobre todo si es parte de una saga; donde los lectores tendrán mucha información, pero también estarán ávidos por conocer otros detalles que, de revelar, podríamos echar a perder la lectura. Por eso, queremos presentar este pequeño texto que obedece a la idea de Bloch sobre la función de la literatura, pues asegura que ésta posee una ventana utópica donde se asoman o esconden los sueños del lector. De esta manera, El libro de los héroes nos ha ofrecido un universo en el que pudimos desfogar nuestras dudas y deseos; es una ventana por la que hemos observado nuestra propia realidad desde las acciones de su trama y así hemos sido puestas a prueba, junto con los protagonistas. Por eso, la lectura de la saga ha sido como asistir a una fiesta, en la que hemos dialogado sobre nuestros propios miedos, sobre El bien y El mal…

 DALINA: Bueno, chicas. Tenemos un problema:

SALMA: ¿Crees que sí sea un problema?, a ver, no es taaaan difícil. Sólo tenemos que presentar el último libro de la saga, ¿no?

SUSANA: Exactamente: tenemos que hablar del final… y no se puede hablar del final si no hablamos primero de lo primero..

SALMA: SPOILER ALERT!! 😉

DALINA: A ver, tratemos entonces de empezar desde el principio, pero sin espoilear:

SALMA: Ok. Que es justo cuando Sergio se convence de convertirse en mediador, porque al principio no quería, ¿recuerdan?

DALINA: Pero antes de eso, todo empieza cuando Nicte…

SUSANA: En ese caso, la verdad es que todo inició en el desierto de Sonora, cuando Farkas…

DALINA: A ver, todavía no hablemos de Farkas, porque antes, mucho antes, está el primer hombre lobo que era el amigo de Edeth

SALMA: Después de este breve SPOILER, continuamos… Y sí, Dali, pero eso todavía no lo cuentes, porque eso pasa hasta el libro quinto

DALINA: Pero desde el primero Farkas ya nos lo había dicho

SUSANA: Pero no así tan explícito. Ahí sólo lo imaginábamos

SALMA: Bueno. Entonces el chiste de todo esto es hablar de la historia pero sin contarla?

SUSANA: Algo así…

DALINA: Muy bien: entonces, hablemos del principio. Todo comenzó en el desierto de Sonora, cuando Sergio era un bebé y huía (¿de Farkas o con Farkas?)

SUSANA: Ash, eso no lo puedes contar…

SALMA: pero es que en realidad todo comenzó cuando Manlio va en busca de Edeth

SUSANA: Tampoco puedes contar eso… supongo que hay gente que ni siquiera ubica quién es Manlio… que es muy interesante, porque su evolución como personaje es compleja pero al mismo tiempo lógica… o tentadora

SALMA: ¿por qué tentadora?

SUSANA: Porque si yo fuera él, con todo el peso de su responsabilidad y sus acciones, probablemente también me hubiera convertido en…

SALMA: Ok, ese pudo haber sido EL SEÑOR SPOILER! , no podemos hablar de Manlio ahora. Tenemos que enfocarnos en el principio principio…

DALINA: Por eso: yo digo que el principio está en el principio de los tiempos, en el origen del ser humano. Desde ahí es desde donde Toño ha fabulado la historia de El libro de los héroes, porque desde que somos lo que somos nos debatimos entre el bien y el mal…

Salma : chan , chan … va

 

(El libro de los héroes)

SUSANA:

(El bien y el mal)

DALINA:

(personajes)

SALMA:

  Todo comenzó cuando la imagen de Nicte al acecho nos sorprendió con un grito. Una familia recibía, en ese preciso momento, un costal con los huesos de un niño. Uno de los hijos había sido secuestrado. Esa fue la segunda labor.

O quizás todo ha empezado realmente desde Troya, en la imaginaria y en la real, cuando no supimos si estar del lado de Héctor o de Aquiles…

O mucho antes: cuando Eva se debatía entre decirle o no a Adán que hay otra forma de ver el mundo. Quizás esta historia comenzó cuando Eva le reveló a su compañero lo que ella pudo ver en el momento justo en que decidió morder el higo y se enfrentó temerosa a lo desconocido.

Este miedo puede parecerse al que encontramos en el grito de la madre ante los huesos del pequeño, y justo ahí, Toño nos lleva a reconocer la presencia omnímoda del terror

 
Y acá es donde realmente empieza todo: con la aparición de los héroes, porque ellos son tan vulnerables ante el terror como cualquiera de nosotros; la única diferencia es que sí saben qué hacer con esa emoción que nos paraliza. Ellos son capaces de reconocer a los demonios por el miedo que producen, pero, en la misma proporción, son percibidos por los sirvientes de satanás para aniquilarlos.

Los héroes son los únicos que pueden parar la vorágine del mal que amenaza con cubrir todos los corazones sobre la tierra, pero están condenados a ser perseguidos y devorados por los demonios.

   
  Pero Sergio Mendhoza, el chico en el que reside realmente el inicio de todo, ni siquiera es un héroe, es sólo un chico inteligente, observador, sensible y con una memoria privilegiada, quien, no sabemos por qué, huye de su padre. Es un chico como todos: va a la secundaria, es fanático de Led Zeppelin, se pierde horas enteras navegando por la red…  
    “Farkas desea iniciar una conversación contigo, ¿aceptas?”

Y a partir de ahí, todo se derrumbó… o más bien, comienza , bueno , re-comienza

¿Cuánto miedo puedes soportar, Mendhoza?

Farkas aparece ante Sergio como un ser oscuro y gran troleador, aunque a lo largo de la saga se va desdoblando en muchísimas piezas que lo vuelven tan complejo como el mismo Sergio; y creo que valdría la pena pensar en esto: ¿qué diferencia a Sergio de Farkas? ¿Cómo funciona el bien y el mal en estos personajes?

Y no ahondaré en esto, nos llevaría horas, así que solo mencionaré lo siguiente sobre Farkas <3

1-    Es importante recordar que los licántropos no están catalogados como demonios dentro del Libro

2-    Peeter L y el misterio de Farkas:

“Le vienen imágenes un tanto dolorosas. Un niño entre sus brazos. Una madre cariñosa. Una época Feliz. “Horrible cosa es el orgullo”, se dice mientras avanza a toda la velocidad que se lo permiten sus cansadas piernas.” (2016:13)

 

  El misterioso acosador tiene el don de recordarnos, todo el tiempo, dos cosas muy importantes: 1. ni el bien ni el mal se pueden reconocer a primera vista, casi nunca podemos saber, claro, a menos que seamos un mediador, qué se esconde detrás de cada rostro que miramos; y 2, que el bien y el mal, casi siempre, coexisten en la misma proporción dentro de cada ser humano.  
Por eso, los héroes están para que la humanidad encuentre su equilibrio interno y externo. Los héroes aniquilan demonios para tratar de erradicar el mal, pero los demonios se las arreglan para unir más y más soldados a sus huestes.
Sin embargo, los héroes, llenos de luz, no están solos, el lobo los acompaña porque son la especie que siempre ha sido fiel a los seres humanos, de hecho, en contra de la creencia común, no es el perro su mejor amigo, sino el lobo.
   
  Reconocer el mal es tan difícil como intentar encontrar unos cuernos tras la dulce imagen de Sara García en su interpretación de abuelita. Tiene muchos rostros y algunos de ellos son amigables y seductores, y los héroes ni siquiera pueden distinguir a qué huele el mal.  
A los héroes, los conducen y acompañan los mediadores quienes pueden detectar cualquier pequeño indicio de maldad a primer golpe de vista. Son humanos dotados de una gran capacidad de observación y una fuerza de voluntad que los lleva a enfrentarse consigo mismos. Cada uno debe buscar a su propio héroe para mostrarle el lugar donde vive el mal dentro de seres que, en apariencia, son tan inocuos como cualquiera de nosotros    
    Sergio Mendhoza ha sido elegido como mediador y, a pesar de su reticencia, su halo personal de luz, constituido no sólo por sus capacidades personales, sino por la fuerza de los vínculos que tiene con las personas que ama y que lo aman, finalmente lo lleva a apostar por la búsqueda del bien común.

 

Aunque en esta nueva entrega, alguien menciona lo siguiente:

“Nadie puede afirmar que lucha por la humanidad sin parecer un redomado hipócrita. Luchas por los que quieres. Vas a la guerra por aquellos que te esperan en casa. Y si he de enfrentar a Oodak ha de ser por […]. Por ustedes.” (2017:408).

 

  Una de las formas más imperceptibles del mal es aquella actitud que nos conduce al aislamiento, a vivir como una isla. Ajenos a los otros. Indolentes por los otros. Idiotizados por el placer individual e instantáneo, por el egoísmo. Por omisión, dejamos de ver a los otros y por eso también nos ponemos de parte del verdugo.  
    El egoísmo y la rapiña, el abuso y la violencia son prácticas peculiares en los agentes de la ley, pero hay uno que lejos de reproducir ese modelo, resignifica la idea del servicio público, del bienestar, de la protección: Orlando Guillén Guillén es el primer héroe, un personaje cuyo valor y bondad lo alejan del estereotipo del policía mexicano. Sólo él puede aniquilar demonios y vencer corazones añejados.
  Pero antes de Guillén, todos acudimos a un evento que nos paralizó: la tétrica cita en Mesones 115 bis, con doña Santa, donde realmente empezó todo, cuando ella le entregó El libro de los héroes a quien debía ser el último mediador. Justo ahí está el principio del fin: en el rechazo de Sergio a su naturaleza, en su incertidumbre, en sus dudas. Aunque tal vez todo empezó muchísimo antes: en el siglo XIII cuando se transcribieron las 22 copias del libro de los héroes, luego de que héroes y demonios pactaran una tregua; o quizás en el siglo VI, cuando se enfrentaron los ejércitos de Oodaker y Teódorich…  
Cuando nos encontramos de frente a una responsabilidad tan grande como abatir el mal, es normal que dudemos un poco. ¿Cómo es posible que yo, que soy una persona común y corriente, tenga en mis manos una labor que viene de cientos de años, que implica a las fuerzas que mueven el mundo, que va más allá de lo que podemos explicar? ¿Cómo se supone que acepte este libro, si me resulta tan difícil controlar a mis propios demonios?    
    El bien y el mal puestos en tensión desde el origen de los tiempos, pero representados de forma simbólica a través de los personajes de la saga escrita por Toño: por un lado, bajo el estandarte de los héroes, tenemos personajes como Guillén, Julio y el Rojo; aunque también puedan pertenecer a esta legión otras personajas como Brianda y Alicia. Por otro lado, están las huestes demoniacas, encabezadas por Belcebú, El señor de las moscas, y otros poderosos seres demoniacos como Guntra, Morné, Belfegor, La condesa Bathory, Henrik, Barba Azul y Oodak, el peor de todos los demonios que se haya infiltrado entre los seres humanos (¡lo odiamos a ese!).
  Pero el bien y el mal no son sino el origen de la esperanza y del miedo. Aunque el miedo y la esperanza también dan sentido al surgimiento del mal y del bien. Y por eso pareciera que esto es un ciclo del que es imposible escapar, a menos que sea a través de las elecciones cotidianas.  
El bien y el mal están articulados armónicamente como si fueran una rola de Led Zeppelin o un nocturno de Listz, por lo que también es confuso, casi indistinguible la esencia del uno y del otro; ahí radica la incertidumbre que nos conduce a las fallas. En estas fallas reconocemos nuestra humanidad, la que no podemos ni debemos dejar de lado en esta lucha constante. Pues aunque las reglas de este libro aparenten ser muy claras, no siempre lo son.    
    Este es el espacio perfecto para mencionar a “Jop”, Alfredo Otis. El mejor amigo de Sergio, genio de la navegación, un “crack” en la red, que acompaña a su amigo , mientras enfrenta un mar de dudas que lo ponen en múltiples ocasiones al borde del abismo , teniendo siempre que decidir entre regresar a su vida cotidiana o ser cómplice de Sergio en alguna misión que casi siempre incluye demonios y salvar vidas con ayuda de la tecnología.
  El bien y el mal debatiéndose entre la libertad de tomar decisiones. El libre albedrío como el poder   más significativo del ser humano. Y también, la creación. Antonio Malpica ha inventado ese universo donde pone a prueba no sólo a sus personajes, sino también la capacidad del lector para irse reconociendo a través de la trama y hacerse preguntas.  
    “Presta atención, Mendhoza. A principios del siglo VI – continuó Farkas – Teodorico el grande, rey de los ostrogodos, cometió una traición vil: acabó con otro rey. Odoacro de Verona, a través de un acto de cobardía terrible. Teodorico invitó a Odoacro a un festín en el que le dio muerte, abusando del exceso de confianza de este último. Dicho acto, que parece tan insignificante, fue el inicio del fin de la concordia entre dos mundos. Detrás del nombre de Teodorico está oculto el nombre del Señor de los héroes; detrás del nombre de Odoacro, el del Señor de los demonios. Desde entonces y hasta el siglo XIII, se desató una cruenta lucha entre héroes y demonios, entre la luz y las tinieblas. Dragones, hidras, vampiros, ogros… toda clase de servidores del Maligno pelearon en contra de los héroes en venganza de su señor, arrojado de la tierra de tan ruin manera el día en que se debió haber pactado la paz.” (2009:71)
¿En cuál de los reyes podríamos decir que está el mal?, ¿es la traición un acto de maldad o de supervivencia?, cuando creemos que es supervivencia, ¿acaso no estamos solapando nuestra propia maldad?, ¿no estamos respaldando toda una serie de creencias afincadas en el egoísmo?    
  Esa es la incertidumbre continua a la que nos conduce Antonio Malpica a lo largo de la lectura. Al leer, podemos reconocer los rasgos culturales del bien y del mal, pero dentro de los corazones, la tormenta es más compleja.

Por eso es interesantísima la propuesta de El libro de los héroes, pues en la edificación de universos ficcionales, cada uno de nosotros nos reflejamos para percibir lo más recóndito de la condición humana que nos habita.

 
    “Por siglos, el mundo estuvo a merced de los demonios. Y los héroes tuvieron que controlarlos a fuerza de espada. Todo esto quedó consignado en un libro. Un libro que apareció el día que la oscuridad fue subyugada, justo en el siglo XIII. El mismo día que surgieron los mediadores” (2009:72)
“El libro de los héroes contiene los secretos para mantener a los demonios a raya. Secretos que sólo conocen los mediadores. En el siglo trece se copiaron a mano veintidós ejemplares.” (72)    
  Mientras leemos cómo Sergio Mendhoza conduce a sus héroes a aniquilar gorgonas, hidras, vampiros y otra serie de seres demoniacos, nos vamos llenando de miedo y con ese miedo vamos acompañando la transformación de Sergio. El universo ficcional al que hemos accedido está lleno de demonios en cuyos rostros, quizás, podríamos reconocer a nuestro propio vecino, o a nuestro presidente municipal.  
Hay demonios sobrenaturales, pero otros se atraviesan en nuestro camino todos los días, como le advierte Farkas a Sergio: “Te sorprendería saber la clase de servidores del maligno que andan allá afuera comprando pan en las tiendas, asistiendo al cine, estacionando sus autos.” (2009)    
    Y a los demonios se les aniquila con la espada; pero no importa tanto la espada, sino quien la porta. Por eso es importante que los mediadores posean el súper poder de la observación y la memoria, como Sergio. Aunque también, a veces, saber huir sea un súper poder.
  Porque el mal nos pone trampas que a veces tenemos que eludir; enfrentarnos a ellas nos podría aniquilar: a veces las personas buenas pueden sufrir tanto, que sus acciones podrían parecer producto del mal y viceversa.  
Reconocer el mal, a veces también es muy simple, pues como nos ha dicho el narrador de la saga: La pobreza es el verdadero mal. La pobreza y todo lo que conlleva. El abandono. En el daño infligido a cualquier niño radica el mal…    
  ¿Cuánta maldad hay en nuestros actos cotidianos, que ni siquiera podemos reconocerla?  
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

O tal vez abordamos el metro junto a un pederasta que acaba de violar a un pequeño.

 

 

 

 

 

 

 

O eres sólo el que firmó un permiso de construcción ilegal, porque al fin nadie se daría cuenta; igual que nadie se dio cuenta cuando compraste el examen con el que te titulaste…

A veces, el mal es tan cotidiano que, tristemente, en nuestro país hemos aprendido no sólo a soportarlo, sino a solaparlo. Todos los días transitamos al lado de personas que, quizás, han salido de su casa, luego de dar una paliza a su esposa.

 

 

 

 

 

Quizás tú eres aquel que tira la envoltura de su galleta en la calle porque sabe que nadie lo castigará, y luego la inundación causada por tu intransigencia se llevará la vida de una mujer arrastrada por la inundación.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tal vez nosotros somos aquél que robó la colecta para los daminificados, o el que se mete a la fila porque no sabe o no puede, o no le da la gana esperar turnos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

O eres el que mete sus manos en lugares a donde no ha sido invitado…

 

  Ustedes, ¿de qué lado están?  

 

 

 

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