De lo cotidiano (que termina en Guerra mundial) XI
(Después de una semana de haberme aplicado una mascarilla de arcilla y colágeno)
Yo: amor, ¿me has visto rejuvenecida esta semana?
Él: no; de hecho, esta semana, noté tu rostro más reseco.
Yo: ¡no me digas!
Él: Pues no me preguntes…
(:/….)
‹ Sobre el amor y los placeres culinarios De lo cotidiano (que termina en Guerra mundial) XII ›