Algunos efectos de la poesía
Mi amiga Susana me invitó a una de sus clases a platicar con sus alumnos sobre el proyecto de promoción de la literatura Biblionautas. Y bueno, yo sólo necesito un poquito de cuerda para ponerme a charlar al respecto hasta que la gente se aburra. Yo creo que todo estuvo muy lindo y muy participativo; de hecho, uno de los chicos me preguntó algo, la verdad es que ya no lo recuerdo con precisión, pero yo le respondí con la historia de cómo habíamos iniciado el proyecto (es una historia que he contado muchas veces), y cuando recordé que empezamos a dar talleres para nuestros hijos y sus amiguitos cuando eran híper enanos, también me vino a la mente que a la pobre Luna (mi hija… aunque también al satélite terrestre lo suelo traer siempre en la bolsa) la he traído conmigo, para arriba y para abajo, en cuanta locura me meto.
En el año 2005, Susana, Salvador y yo hicimos un proyecto para promover la lectura de poesía, en particular de Gorostiza, que se llamó Siete días. Era un performance donde pretendimos poner a dialogar a un poeta (que ilustraba muchas voces) con la Catrina de Posada; nuestra intención era integrar el lenguaje popular con el estético literario. En el escenario teníamos tres altares cuyo diseño estuvo a cargo de la artista plástica Rebeca González. Eran unos altares vivientes donde el poeta, a medida en que reflexionaba en voz alta sobre la vida y la muerte, iba construyendo, a través de objetos significativos, su propio sentido de la vida, pero también le iba dando vitalidad a la Catrina (representación popular de la muerte) que empezaba a desplazarse entre ellos, hasta dominar el escenario totalmente llena de vida. El hilo conductor o la esencia del conflicto se derivó de la línea argumental de Muerte sin fin.
Cada uno de los ensayos era extenuante pero muy intenso y emotivo. Realmente ha sido la puesta en escena que más he disfrutado en la vida; pero lo que quería contar es que Luna casi siempre estaba en los ensayos, sentadita en una silla pequeña, y escuchaba una y otra vez, llena de atención, los textos, los marcajes, las intenciones. A veces, se acercaba muy sutilmente a decirme: “a Salva no se le oye” o “a Susy se le olvidó una parte de su texto”. Una vez hizo un dibujo de ellos en el escenario y, a manera de marco, escribió una parte del texto: “mas qué vaso también más providente. Tal vez esta oquedad que nos estrecha en islas de monólogos sin eco, aunque se llama Dios, no sea sino un vaso que nos amolda el alma perdidiza” (claro, sin ortografía). A veces, la iba a dejar al kínder y durante el trayecto se ponía a repetir, muy seria y muy formal (tratando de imitar un poco a Susy): “por el rigor del vaso que la aclara, el agua toma forma”.
A propósito de esos recuerdos, que son de los que atesoro con más cariño en mi endeble memoria, tengo la certeza de que lo más lindo del mundo es poner en contacto a los niños con la poesía, aunque no entiendan cabalmente el sentido profundo de las frases que resuenan como ecos. En esa época Luna tenía 6 años. Ayer cumplió 17 y le pregunté que si se acordaba. Ella dijo que sí, que le gustaba vernos ensayar. Y cuando le pedí que me dijera los diálogos, respondió: “ay, no me acuerdo bien… ¿no era algo así como que La luna se puede tomar a cucharadas o como una cápsula cada dos horas?…” Y ella misma se corrigió: “ah, no, ése es otro poema (que yo le leí muchas veces durante su primera infancia, antes de ir a dormir); lo que yo repetía cuando era chiquita era algo de un vaso que atrapa al agua que es como el alma, o algo así, ¿no?, ya no lo recuerdo bien, pero tengo la idea de que el cuerpo es un vaso y el alma es como agua”.
Yo no sé si seguirá leyendo poesía en la vida, o si acaso alguna vez leerá completo el maravilloso poema de Gorostiza, Muerte sin fin, pero creo que recordará hasta el fin de los tiempos (como yo) que la poesía también nos ha puesto muy cerquita a una de la otra.
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¡Maravillosa experiencia, Dra! Aún no soy papá (espero serlo), pero es mi deseo que de alguna forma rara logre, como usted y su Luna, hacer que esas resonancias respecto de mi gusto por la poesía, (que no sé de dónde me vendrán) se tornen vínculo y lleguen también a mis hijas e hijos…un abrazo fuerte para usted.
Su siempre alumno