De lo cotidiano

Bitácora de Dalina Flores

Ideología para pequeños lectores  

         Uno de los contenidos más importantes que se revisan en las clases de Análisis del discurso a nivel universitario es la ideología. Luego de las discusiones que se suscitan en mis cursos, tratamos de identificar las formas en que está presente en absolutamente todo lo que decimos y hacemos. El sistema de ideas que subyace en cada cultura es el eje axial que sostiene nuestros discursos de forma implícita y algunas veces también explícita. Como sabemos, la identificación de los elementos ideológicos en la vida diaria es un proceso complejo, por ello, para algunos alumnos universitarios, es difícil reconocerlos e incluso comprender el concepto.

         En una plática que tuve con mi hija de dieciséis años sobre nuestras convicciones y cómo éstas nos llevan a actuar en consecuencia, me di cuenta de que ella no tenía muy claro lo que implica la ideología; y tratar de explicárselo me resultó complicado, pues debí intentar esclarecer de qué manera creemos en algo, lo configuramos en credo, y de ahí realizamos acciones que, indudablemente, legitiman lo que creemos -pero no porque sea verdad- y este proceso se vuelve recursivo. Descubrí, entonces, que supuestamente yo tengo muy claro el concepto, desde luego que recurriendo a autores como Reboul, Thompson, Althousser, Gramsci, etc., sin embargo, revisar estas teorías con estudiantes universitarios y de posgrado es mucho más fácil que hacerlo con niños o jóvenes.

            De acuerdo con Reboul, la ideología está implicada directamente en el lenguaje, por lo que las palabras conllevan, además de su sentido, también un poder, ya sea de persuasión, de convocatoria, de consagración, de estigmatización, de rechazo, etc., y se manifiesta de maneras aparentemente imperceptibles, o sea, es disimuladora y colectiva (la legitima una comunidad). Además, siempre se disfraza de racionalidad, por ello, aunque siempre está al servicio de un poder con intenciones partidistas, trata de explicarse o entenderse desde ‘la verdad’ o ‘la lógica’. Visto así, podríamos creer que es evidente; sin embargo, lo interesante de este asunto es que casi nunca reparamos en él; entonces, ¿cómo podríamos reflexionar al respecto con pequeños lectores?

            Casi de forma providencial, mientras me hacía esta pregunta como resultado de la charla con mi hija, la escritora Ana Romero, como si fuera adivina, me dio uno de sus últimos libros: Los rojos camaradas, y con gratísima sorpresa descubrí que es un texto maravilloso para acercar a los niños al concepto de ideología, y para disparar sus reflexiones respecto a la naturaleza doctrinaria de nuestras acciones, pues no se trata de un texto dogmático, pedagógico ni moralizante, sino de una narración entrañable que trasciende la simple anécdota. A través de las experiencias cotidianas de un niño y su abuelo, la autora nos introduce en el lenguaje ideológico evidente desde el título, pero en medio de una situación muy íntima y hasta devastadora: la muerte de Tomatías, el abuelo, quien siempre le dijo a Lobo, el nieto, que él era comunista.

            A pesar de abordar un tema durísimo como la muerte de los seres amados (sobre todo si hablamos de literatura para niños), el desparpajo y la inteligente ingenuidad de Lobo predominan a lo largo de la narración y nos invitan a buscar, junto al narrador  y su hermana, la forma de encontrar la esencia de Tomatías en todo lo que está cerca. De esta manara, Ana Romero consigue acercar el mundo real a los niños, de forma directa pero sin edulcorados eufemismos, para llevarlos a reflexionar sobre el lenguaje, los nombres de las cosas y las ideas que subyacen en las formas de relacionarnos.

         Los rojos camaradas es un libro para niños con una construcción de la discursividad narrativa aparentemente sencilla, pero que en realidad es compleja por las ideas que se ocultan bajo la superficie del texto; de ahí que también resulte pertinente para que los adultos acerquemos a los pequeños lectores a una reflexión más profunda sin que eso haga la lectura tediosa o aburrida; al contrario: la voz narrativa de Lobo, llena de marcas particulares como su manejo de la adjetivación, le da un tono muy elocuente y luminoso, a pesar de la presencia constante del vacío que ha dejado el abuelo. Asimismo, algunas metáforas, como la que cierra la historia, nos revelan la magia que se esconde tras la vida en el campo y desde la mirada de los niños. Lobo y Ana nos muestran que el amor entre hermanos es más profundo cuando también somos cómplices, camaradas, comunistas. Sin duda, independientemente de nuestra edad, en esta historia podremos encontrar algunas rutas que nos llevarán a preguntarnos quiénes somos y cómo nos relacionamos con el universo.

2 thoughts on “Ideología para pequeños lectores  

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